Es toda acción voluntariamente realizada que provoque o pueda provocar daño o lesiones físicas a la mujer. En este tipo de conductas – un golpe , pellizcos, tirón de pelo, quemadura. No sólo hay que tener en cuenta la gravedad de la lesión, sino la intencionalidad de agredir, las amenazas, los medios que se utilizan para llevarlas a cabo y las circunstancias y elementos que la acompañan. No sólo importa el mayor o menor grado de gravedad del daño físico producido, sino el acto en sí. Recordemos que los malos tratos son un mecanismo de control que pone en marcha el agresor, y que irá incrementando conforme pase el tiempo y vaya consiguiendo aumentar la tolerancia de la mujer agredida a base de romper su resistencia y autoestima. Forman parte también de este tipo de maltrato aquellas conductas en las que la vida pueda peligrar: exponer a la pareja a conducciones temerarias, obligarla a frecuentar lugares o personas que la pongan en serio riesgo. Por último, producir miedo, asustar, con que se va a causar un daño nunca es un juego o algo que se dice “por decir”. Hay que recordar que los malos tratos se dan de manera escalonada, y esto suele ser el primer escalón.